12.4.07

Denuncia del sacrilegio fotográfico en Extremadura

DENUNCIA

DON __________________________________________ , mayor de edad, provisto de DNI nº ____________, con domicilio en ____________________________________ calle __________________________________________________ (C.P. ).

Mediante el presente escrito viene a DENUNCIAR, por si fueran constitutivos de delito, los siguientes

HECHOS

En diciembre del año 2000 la Universidad de Extremadura, a través de su servicio de publicaciones, publicó un libro llamado «La fotografía de J.A. Montoya». El ISBN del libro es el 84-7723-425-6 y el Depósito Legal es el BA-596/2000. Responsable de la citada fue la citada Universidad, con domicilio en Cáceres.
En el 2003 se publicó un nuevo libro de fotografías del Sr. Montoya. El Libro se llamaba «Sanctorum», su publicación corrió a cargo de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura. Su ISBN es el 84-7671-719-9 y su Depósito Legal: M-13850-2003.
El primer libro está formado en su mayoría por páginas pornográficas, con desnudos referentes a las necesidades fisiológicas, a las relaciones sexuales, y con una obsesiva representación de genitales. En su última parte se representa a un fraile que mira hacia arriba como extasiado mientras se masturba; una escena pornográfica de la Anunciación, un «cristo» en la cruz con los genitales abultados; otro «cristo» abierto de brazos y de cuerpo desnudo, mitad varón mitad mujer, subtitulado: «¿Y vosotros, qué decís que soy yo?»
El segundo libro, financiado igualmente con fondos públicos, publica una antología de fotos que suponen un obsesivo y morboso escarnio pornográfico de la Historia de la Iglesia:
Foto de excremento sobre un cáliz que titula «La santa hez». Pornografía en las representaciones de Sta. Teresa, S. Juan de la Cruz, S. Francisco de Asís, S. Antonio de Padua, S. Roque (bestialismo), Sta. Rita, Sta. Catalina de Siena, Sor Juana Inés, La Verónica,…La Visitación, la Virgen de Lourdes, la Anunciación, Cristo en la Cruz, El Desprendimiento (Una «Piedad» pornográfica), …

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Primero.- El artículo 525.1 del Código Penal establece que “incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o práctican”.

Segundo.- El Artículo 510.1 C.P. dispone que "Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses".

Tercero.- El artículo 510.2 C.P. dispone que "Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren información injuriosa sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía".

Cuarto.- El artículo 515 C.P. dispone que "son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración: 1º) Las que tengan por objeto cometer algún delito o, después de constituidas, promuevan su comisión, así como las que tengan por objeto cometer o promover la comisión de faltas de forma organizada, coordinada o reiterada..... 5º)Las que promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra personas, grupos o asociaciones por razón de su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros o de alguno de ellos a una etnia, raza o nación, su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía, o inciten a ello".



SOLICITA

que se tenga por presentado este escrito y, en su virtud, realice las averiguaciones y comprobaciones pertinentes de los hechos denunciados, delimite las posibles responsabilidades penales en que pudieren haber incurrido José Antonio Moreno Montoya, los desconocidos responsables del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, los desconocidos responsables de la Editorial Regional de Extremadura y Francisco Muñoz Ramírez, Consejero de Cultura de la Junta de Extremadura, y, en su caso, traslade la misma a los órganos jurisdiccionales competentes.



Es justicia que pido en ___________ a _______ de _________________________ de dos mil siete

29.12.06

¿Qué Navidad fue antes: la pagana o la cristiana? (sobre el "estudio" del CSIC)

El CSIC se lía: la fecha de Navidad la da Sexto Julio Africano antes del 221d.C. He leído en La Razón (27/12/06) acerca de un estudio de Manuel Mandianes, “investigador del CSIC”, en el que dice que “la Navidad empezó a tomar forma en el calendario cristiano a partir del siglo IV, en concreto, la Ascensión y la Natividad comenzaron a celebrarse en Roma hacia el año 330 d. C.”. Esta forma de decir las cosas busca confundir.
Hasta el Edicto de Milán del 313 d.C. los cristianos estaban perseguidos. No pudieron ni hacer un concilio en condiciones hasta el de Nicea en el 325. Era difícil en esas condiciones hacer celebraciones públicas como la Navidad. Pero eso no quiere decir que no tuviesen ya decidida la fecha del nacimiento de Jesús. La sabían desde hacía, al menos, un siglo.
La fecha de Navidad (25 de diciembre) no es, como dice Mandianes una incorporación “para alejar a los fieles de las celebraciones idolátricas y paganas del Natalis Solis Invicti en un periodo de paganismo decadente, en el que el culto al Sol estaba muy en boga”. Es falso lo que dice Mandianes -repitiendo lo que han dicho otros- de que “la Iglesia situó así el nacimiento de Jesús en el momento del renacimiento del Sol” para “comerse” la fecha la pagana. En Roma no se celebraba ninguna “fiesta del sol” el 25 de diciembre hasta que la implantó el emperador Marco Aurelio en el año 274. Pero para entonces ya hacía más de 50 años que circulaba un libro del escritor pagano convertido al cristianismo Sexto Julio Africano, las “Chronographiai”, escrito antes del 221 d.C. En ese libro Sexto Julio Africano afirma que la Anunciación (es decir, la concepción de Jesús) fue el 25 de marzo (igual que su Pasión y Muerte). De modo que si fue concebido el 25 de marzo, es evidente que los cristianos calculaban que nació 9 meses después, 25 de diciembre. Este libro fue usado durante siglos por escritores eclesiásticos de la Antigüedad, como Orígenes (185-232). Por lo tanto, los cristianos ya habían puesto la fecha en el 25 de diciembre al menos 50 años antes de que al poder político en Roma (Marco Antonio) se le ocurriera “okupar” el 25 de diciembre para hacer una fiesta solar que no formaba parte de la tradición romana.
Mmm... ¿en el CSIC no leen a los clásicos? No es grave en la gente normal, pero si uno dice ser “investigador del CSIC” debería investigar algo, aunque sea por Google.

Alberto Torrensalbertorrens@wanadoo.es

9.12.06

ADVERTENCIA sobre la película NATIVIDAD

8 de Diciembre de 2006
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

He visto el film. Debía hacerlo porque si ya me había indignado un episodio que leí en Alfa y Omega y que lo da este periódico católico como detalle, dice “detalle no menor”, pero detalle al fin, y es el de la adivina que le lee la mano a María, era de suponer que habría más. Y así resultó.
En “Natividad” se ataca, lisa y llanamente, a la figura de María, que aparece como una joven como las demás, que se fija en los mozalbetes del lugar, por momentos deprimida, siempre pasiva y abúlica, que no expresa ninguna vida interior. Parece aburrirse o es simplemente aburrida, hastiada, por momentos angustiada y lo que es peor dubitativa, de fe tambaleante y poco caritativa ya que no se la ve atenta a las necesidades de los otros.

Ya al comienzo vemos que María es sujeto de reprimendas de parte de los padres porque se ha quedado jugando con las chicas y muchachos y no hizo lo que tenía que hacer. Dicho sea de paso, los chicos no parecen muy inocentes que digamos porque un muchacho se lanza encima de una de las amigas de esta María y se revuelcan por el suelo. Ya se verá que estos detalles marginales no son baladíes.

Al padre, los soldados enviados por Herodes, le quitan un asno de su propiedad. José lo recupera comprándolo y se lo da a María y le dice: “Dile a tu padre que se lo dejaron olvidado, así conservará su orgullo”. Bueno, es lo que se diría una mentira piadosa y después de todo el buen Joaquín tendría su orgullo como el que más. ¿Habrá esta María dicho la mentirilla? Pasemos por alto este otro detalle y vayamos a los desposorios. Cuando los padres -sí ambos, padre y madre, están vivos- eligen a José como su futuro esposo ella se fastidia y dice:“¿Por qué me obligan a desposarme con un hombre que no amo?” “¿Por qué?” Le responde la madre: “Podemos alimentarnos todos (José estaba según el autor de la película en mejor posición que ellos). Lo hemos hecho por ti”. Casamiento por conveniencia, no por elección de la providencia. Aparte de mostrar la moza aires de rebeldía, tal actitud es inaudita dado que a José lo presentan como un joven bueno, y en tiempos y sociedades en que los matrimonios se pactaban primero, hubiera sido motivo de alegría conseguir un hombre así (a menos que los autores quieran insinuar que a ella le gustaba otro) y luego, el tema es anacrónico porque por la misma razón que pactar un matrimonio era parte de la vida habitual no había lugar a quejas ni planteamientos. Luego, la misma madre dice: “... siempre hay esperanza”. A lo que esta María replica: “¿Incluso en Nazaret?”. Vaya, vaya que es escéptica la niña. Así que poca o nada la esperanza.

El anuncio del ángel no podría haber sido enmarcado y presentado en un contexto de menor sobrenaturalidad. ¡Un ángel que se pasea mientras ella lo escucha, no en la intimidad sino en el campo donde hay otros que están por ahí! El ángel la saluda: “¡Salve, oh elegida!” Qué va, nada de “llena de gracia”. Elegida puede haber muchas pero llena de gracia, de la plenitud de la gracia sólo una. Cuando ella al escuchar el anuncio pregunta al ángel: “¿Cómo es posible?”, lo hace moviendo la cabeza en signo de negación. Duda. ¿Fue esto así? Si fue así ¿por qué no fue castigada como lo había sido Zacarías que quedó mudo por dudar? Yahvé es un Dios celoso que no admite de sus elegidos dudas. Moisés por algo menor, por no haber confiado y golpear dos veces la roca para que brote agua, es castigado y no verá la Tierra Prometida (Cf Nm 20:12).
Nos preguntamos dónde está la Madre de la fe, la Madre de los creyentes, la “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1:45). Pero, esta María duda al punto que yendo a visitar a Isabel suspira al Dios, a quien no le termina de creer: “¡Por favor, Señor, haz que Isabel esté encinta tal como me dijo el ángel!”

Ella da su conformidad apáticamente al ángel: “Soy la esclava del Señor” y se arrodilla mientras el ángel está en pie. Imagino que un director católico no habría dispuesto esa escenografía y conociendo la iconografía habría hecho arrodillar al Arcángel ante la Encarnación del Verbo Eterno de Dios, que se hace presente por el sí de la Virgen. Pero, convengámoslo, esto es mucho pedirle a una directora presbiteriana.

Cuán lejos está toda esa anunciación de lo que han escrito los santos como san Sofronio: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. ¿Y qué puede ser más sublime que este gozo, oh Virgen Madre?...¿Acaso se puede imaginar una gracia más espléndida? El Señor está contigo. ¿Y quién es el que puede competir contigo? Dios proviene de ti. Verdaderamente, bendita tú entre las mujeres, pues a pesar de ser una mujer, creatura de Dios como todas las demás, has llegado a ser, de verdad, Madre de Dios. Pues, lo que nacerá de ti es, con toda verdad, el Dios hecho hombre (sermón 2, Anunciación de la Virgen).

En la visitación no hay nada del relato del Evangelio de San Lucas, no hay emoción de parte de esta María y, en cambio, palabras de un supuesto diálogo que quita toda tensión del misterio, haciendo banal el encuentro que debió ser sublime. San Lucas escribe: “En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno. Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”” (1:39-45). De esto nada. Nada de la exultación del relato evangélico y tampoco la fidelidad que cabría esperar al diálogo. Isabel se limita a un genérico “Bendita sea la que cree”.

Sabemos que el cine es primariamente imágenes y que las imágenes dicen más que las palabras porque quedan impresas de manera más fuerte. Estas imágenes de “Natividad” hablan de una María no feliz, insulsa, apática y que no expresa ni está a la altura del acontecimiento más grande de la creación, porque la Encarnación de Dios que se hace hombre en su seno es más grandioso que la creación de trillones de galaxias.

Las palabras del relato lucano están en parte truncas y en parte intercaladas con otras de pura invención del autor del film de manera que, como queda dicho, pierde fuerza toda la escena. El Magnificat, canto de alabanzas de la Virgen que rompe su silencio evangélico, está ausente y sólo aparece al final –en la huida a Egipto- fuera totalmente del contexto y con un significativamente trunco “el Poderoso ha hecho obras grandes” cuando debería haber sido “el Poderoso ha hecho obras grandes por mí” (Cf Lc 1:49). La diferencia no es sutil. A quitar el “por mí”, ya que hay que negarle todo merecimiento a la Virgen. ¡Y este es el film que se publicita como la verdadera historia del Nacimiento de Jesús!

Pero, hay más en esta visitación. No es Isabel a quien el Espíritu Santo le revela la presencia del Señor en María sino que es María quien le dice a Isabel: “Isabel, ¡se mueve!” A lo que responde Isabel que a ella también se le mueve el hijo que lleva dentro. Nada de sobrenaturalidad. Todo normal. La visita a Isabel, por la actitud de esa María, parecería que fue sólo para comprobar si era verdad lo que había dicho Dios por el ángel. Porque no se la ve que ayude mucho que digamos. Sigue en su pasividad y abulia.

Al regreso a Nazaret, hay todo una discusión a cuatro. De una parte la María del film, que cuenta que se le apareció el ángel, y de la otra José y los padres de ella que no le creen. Por supuesto, todo esto absolutamente inventado. Viene luego el sueño de José y el censo por el que tienen que ir a Belén.

Hay detalles en la película en los que, insisto, hay que reparar. No se debe pensar que están ahí porque sí. Tienen un fin preciso porque son los que van dando la tonalidad a lo que se quiere dar como mensaje y además porque obran en manera subliminal.

En la ida a Belén el detalle es que los detienen soldados romanos para revisarlos y a esa María la palpan, la manosean. Si no se está atento puede pasar desapercibido. Luego, otro detalle, una adivina les regala dulces y lee la mano de la Virgen. “Tu mano me dice que es varón”, le espeta. En esto repito lo dicho en otra carta: Siendo la Virgen inmaculada, plena de la gracia, llena del Espíritu Santo y por añadidura hija de Israel, que conocía perfectamente que la adivinación era abominable a Dios (Cf Dt 18:10) y que si no lo hubiera conocido igualmente el Espíritu la hubiera alertado del pecado, cómo, entonces, se puede admitir o siquiera imaginar que se prestase a que le adivinasen el futuro. ¿No habría retirado velozmente la mano y se habría apartado de aquella mujer?

Otro detalle: Al vadear un río aparece una culebra y esta María llena de miedo cae de la cabalgadura, está por ahogarse y José la salva. Me pregunto: ¿Por qué la directora habrá elegido una culebra, una víbora asustando a esa María y haciendo que las aguas la arrastren? Pienso que muchos habríamos imaginado a la Virgen enfrentando a la víbora –imagen de Satanás- y nunca arrastrada por las aguas. Sugestivamente esas aguas hacen pensar las que vomita de la boca el Dragón del Apocalipsis. “Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón”(Ap 12: 15-16). El caos satánico no consigue arrastrar a la Mujer.

Cuando buscan albergue en Belén ella reza: “¿No puedes ayudarnos?” Esa no es oración de la Virgen que sabe que Dios es Todopoderoso. Además, a esta María le falta caridad porque, otro detalle, en un momento en que los siguen a María y a José, el burro que llevaba a una mujer se cae y ellos siguen como si nada hubiera ocurrido. Es decir que ni fe, ni esperanza, ni caridad, ni valor, ni temor de Dios, nada.

Y llegamos a una de las peores escenas: la del parto. La María del film pare con dolor. Cierto, ya a lo largo de la película había demostrado que no era la Inmaculada, la que desde el momento en que fue concebida fue librada del pecado original y que nunca pecó. Esta María -de directora protestante- es como todos los demás mortales y, por tanto, a ella le cabe la misma maldición que a las demás mujeres: “con dolor parirás a tus hijos” (Gn 3:16b). Grita, cuando el nacimiento de Jesús debe haber sido de un gozo inefable y, por para colmo de herejías, José hace de comadrona. Desde luego, es de inferir que María ya no es virgen después de ese parto. Esta directora sabe más que todos los santos juntos, que toda la tradición de los Padres. San Ignacio de Antioquia escribió: “al Príncipe de este mundo le quedaron ocultos: la virginidad de María y el parto de ella así como la muerte del Señor. Tres misterios clamorosos en el silencio de Dios” (Ef 19:1). No sólo sabe más que los santos sino que el mismo diablo.

Sin embargo, no debería sorprendernos una obra así porque sabemos que la directora es presbiteriana, por tanto era de esperar algo por el estilo aunque, como se ha visto, abundan detalles que van más allá de presentar a la Virgen como a una mujer cualquiera ya que se busca denigrarla. Lo que si sorprende y no se logra entender es cómo fue posible estrenarla en el Vaticano, en el Aula Pablo VI, algo que no logró un director, este sí católico, como Mel Gibson.

Conclusión:
La película desmerece a la Madre de Dios, ofende la fe y la verdad de las Escrituras. Simplemente proyecta prejuicios y la personalidad de los autores.
La virgen de “Natividad” es una joven vulgar, cualquiera de nosotros podríamos elegir una mucho mejor que esa María que nos proponen. Por tanto, la ofensa va dirigida directamente a Dios que fue quien la creó y predestinó para ser Madre de su Hijo.
La María del film carece de las virtudes teologales, es pecadora y concupiscente, apática, llena de temores y no trasluce vida interior alguna. A esta María, como me decía un sacerdote muy amigo, yo no le rezo.
María, Madre y Virgen, hay solo una: la verdadera de la fe. Aquella de quien san Bernardo dijo: De Maria “nunquam satis”, nunca se ha de hablar, alabar, elogiar lo suficiente cuando de ella se trata.

El Beato Abad Elredo dijo: “Le debemos honor porque es la Madre de nuestro Señor. Pues quien no honra a la madre sin duda que deshonra al hijo…Afirma la Escritura: Alabad al Señor en sus santos. Si nuestro Señor debe ser alabado en sus santos, en los que hizo maravillas y prodigios, cuánto más debe ser alabado en María, en la que hizo la mayor de las maravillas, pues él mismo quiso nacer de ella” (sermón 20).

San Anselmo pudo exclamar: “¡Oh, mujer llena de gracia, sobreabundante de gracia, cuya plenitud desborda la creación entera y la hace reverdecer!¡Oh, Virgen bendita, bendita por encima de todo, por tu bendición queda bendita toda criatura, no sólo la creación por el Creador, sino también el Creador por la criatura. El que pudo hacer todas las cosas de la nada no quiso rehacer sin María lo que había sido manchado” (Sermón 52).

Una pléyade de santos, todos en realidad, han hablado de Ella alabándola, brindándole filial amor y le han rezado pidiendo su auxilio y protección. San Ildefonso, ya en los primeros siglos, defendía la perpetua virginidad de María. Virgen antes, durante y después del parto. Santos de todos los tiempos: Bernardo, Agustín, Francisco, Clara, Teresa, Teresita, Ignacio, Alfonso María de Ligori, Antonio María Claret, Pío de Pietrelcina y una interminable lista hasta llegar a nuestro amado Juan Pablo II, todos ellos han sido unánimes en el amor y en el respeto y reverencia hacia la Madre de Dios. Respeto, amor y reverencia que, por otra parte, compartimos con nuestros hermanos ortodoxos. Por eso, este film no puede ni rozar a la Virgen porque sencillamente esa María es falsa. No es la Virgen y punto.

Lo que sí preocupa es que haya sido presentada en el Vaticano. Cierto es que lo fue en un momento en que todos estaban ocupados y preocupados por el viaje del Santo Padre a Turquía. Fue precisamente dos días antes de la partida del Papa. De todos modos, algunos habrán visto la película antes del lanzamiento como para opinar. Asimismo preocupa el que haya contado y cuente, inexplicablemente, con buena crítica de medios católicos. Algunos, es cierto, simplemente hacen eco de otros ya que se forma una suerte de onda expansiva a partir del hecho de estar el Vaticano de por medio.

En el fondo esto que ha ocurrido, y que es grave, permitirá conocer quiénes son aquellos que se indignen, quiénes son los indiferentes y quiénes los que defiendan la película. Será toda una definición. También darnos cuenta que bajo lo que se dice “Vaticano” se oculta algo y que no todo es de confiar. Por fin, que debemos rezar y mucho por el Santo Padre porque esto demuestra que está siendo atacado en todos los frentes porque esto va sobre todo contra él, contra su autoridad.

Mientras tanto, no temamos dar nuestra opinión aunque nos tilden de ultraconservadores o de fundamentalistas. Debemos defender nuestra fe y advertir los errores sino nos convertiremos en perros mudos por gravemente pecar por omisión.

Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por Jesucristo Nuestro Señor.

P. Justo Antonio Lofeudo mslbs

NATIVIDAD en La Razón Digital

Del infierno de las drogas a las salas del Vaticano

Catherine Hardwicke, la polémica directora de «Thirteen», hace historia al estrenar en la Santa Sede la película «Natividad»

Ángel Villarino

ROMA- Quizá no sea una obra maestra, pero tiene muchas papeletas para pasar a la historia del cine. «Natividad», cinta de Catherine Hardwicke, directora que se hizo un hueco desvelando la tragedia libertina de la adolescencia estadounidense con «Thirteen», está a punto de conseguir lo que ni siquiera Mel Gibson logró con la polémica «La pasión de Cristo»: ser presentada nada menos que en el Estado Vaticano. Se trata de la primera vez que ocurre y, a pesar de contar con elementos polémicos, la película ha despertado la simpatía de casi todos los miembros de la Curia Romana. Un logro, porque nunca fue fácil rodar con un guión como la Biblia y arrancar los aplausos de sus guardianes. La película fue presentada en primicia ante varios miembros de la Santa Sede y casi todos dieron el visto bueno, permitiendo que la sala de audiencias públicas, la famosa Paolo VI, sea adornada con la alfombra roja de Hollywood, algo que sucederá este domingo, cuando «Natividad» se presente al resto del mundo.

Con el seno descubierto
La trama narra el nacimiento de Cristo con tintes realistas y presenta a una Virgen María de carne y hueso que vive con inquietud el embarazo, que sufre y chilla durante el parto y que siente por su esposo José algo más que amor platónico y respeto. Algunos quisieron ver al demonio en el retrato, asegurando que se aleja del concepto sagrado de la Inmaculada Concepción, pero la mayor parte de los hombres de Iglesia no le han puesto demasiadas pegas.
«Tiene el tono justo para narrar el Nacimiento, el misterio de la humildad. La iconografía antigua está llena de Vírgenes con el seno descubierto. Hoy puede resultar un inconveniente para la sensibilidad religiosa, pero en realidad es más natural. Creo que hay un poco de hipocresía. La devoción (de la Virgen) oscila entre la divinidad de Cristo y su humanidad concreta, la película quizá hace más incidencia en lo cotidiano», explicó para «Il Corriere della Sera» Monseñor Sánchez, secretario del «Ministerio de Cultura» vaticano, aficionado al cine que no esconde en ningún momento que la trama y el «contenido filosófico» de la cinta dejan que desear.

La película está dando que hablar en Italia, no sólo por el debate pseudoteológico que suscita, sino también por las polémicas en las que se ha visto envuelta. Para empezar, la carrera de Hardwicke, la directora, no parece encajar con la ortodoxia del catolicismo. Las escenas de sexo explícito con menores de «Thirteen» fueron muy criticadas tanto en Europa como en Estados Unidos. Tampoco la protagonista, la actriz que hace las veces de Virgen María, tiene una reputación intachable a ojos de la Iglesia. A sus 16 años, Keisha Castle-Hughes -que fue nominada al Oscar con tan sólo 14 por su papel en «Whale Rider»- espera de su novio su primer hijo. Según la Prensa italiana, el pequeño fue concebido durante el rodaje. Su nación, Nueva Zelanda, no ha puesto problemas a la maternidad, ya que por aquellas latitudes se es mayor de edad con 16 años. En todo caso, la actriz no acudirá a la presentación en el Vaticano y hay quien dice que la decisión nació por la incomodidad que supondría presentar a una futura madre soltera en público. El tercer ingrediente que ha hecho correr ríos de tinta fue la posible intervención del propio Papa Benedicto XVI en la «premiere», algo que parece ya definitivamente descartado.

Aunque no ha sido aplaudida por los críticos de profesión, la película sí ha despertado el entusiasmo de los vaticanistas, expertos analistas de la actualidad religiosa. «La actriz ha realizado una transposición de la historia del Nacimiento nada banal, ni edulcorada, sino muy fiel al texto evangélico y cuidada en los más mínimos detalles», considera Andrea Tornielli, vaticanista de «La Stampa». Con todo, el filme presenta similitudes con «La Pasión», por ejemplo, en la banda sonora, o en la elección de la ciudad del sur italiano, Matera, para los exteriores, condición que consagra a esta pintoresca y deprimida provincia meridional como el «Jerusalén» cinematográfico. Para inspirarse, la realizadora, en compañía de sus colaboradores, se desplazó previamente a Israel y siguieron el camino que María y José tuvieron que recorrer en su época. También se eligieron localizaciones en Marruecos. Aunque aún faltan por definir algunos detalles de la presentación, se sabe que será precedida por la lectura del Evangelio del Nacimiento y de una oración navideña escrita por el Arcipreste de la Basílica de San Pedro, Monseñor Angelo Comastri. El relator será Gigi Proietti, un destacado actor de teatro italiano, amén de gran cómico y fuertemente identificado con la izquierda política. El cóctel promete grandes emociones y una taquilla de altos vuelos.

24.6.06

Para saber más

19.6.06

Noticias

Egipto retira el libro y prohíbe el estreno de 'El Código Da Vinci' en sus salas de exhibición

El ministro de Cultura egipcio, Faruk Hosni, anunció que 'El Código Da Vinci' será retirado de las librerías y que la película basada en la novela será prohibida y no se estrenará en las salas de cine de Egipto. La decisión de Hosni fue tomada después de que un grupo de parlamentarios, tanto musulmanes como cristianos, presentaran una propuesta para que el libro de Dan Brown fuese retirado, tanto en su versión en inglés como en árabe. En el debate parlamentario sobre la novela, el presidente de la Asamblea Nacional, Ahmed Fathi Surur, advirtió contra los riesgos de la «cultura del conflicto» entre los pueblos. «Esos conflictos serán más peligrosos que las armas nucleares», manifestó. Surur pidió que «se respete a las santidades de las religiones y se rechacen los escritos irresponsables» que buscan aumentar el conflicto entre los pueblos.

13.6.06

Artículos

Judío y agnóstico, pero respecto al Código, estoy con la Iglesia

Bernard-Henri Lévy

El Código Da Vinci no es sólo un film desolador. No es sólo una especie de juego pueril (Cristo y su mujer tienen una hija) con el texto de las Escrituras. Es algo más y peor que la infamia intelectual denunciada aquí y allá por periodistas empeñados en aclarar, en el maremagnum de escenas que son presentadas como “los hechos”, cuál es la parte documental y cuál la fantástica. Es una película que, apuntando sin nombrarlos a algunos de los temas más ambiguos del imaginario político contemporáneo, flirtea con el peor.
Tres libros muy útiles han sido publicados recientemente en Francia, escritos por Pierre-André Taguieff, Philippe Muray y René Rémond. El de Taguieff, La foire aux illuminés, lo considera como un alarde de falsa ciencia y de falsedad que da crédito a una conjura mundial concebida al inicio de la Historia Contemporánea e impenetrable hasta nuestros días, la ilusión de acceder, a través del libro y ahora de la película, al misterio de los misterios, al enigma absoluto, aludiendo a un complot que dio lugar a todos los totalitarismos.
El de Philippe Muray, Dix-neuvième siècle à travers les âges, naturalmente no habla del Código Da Vinci pero establece la genealogía de un “ocultismo político” que nos lleva a los grandes iluministas que forjaron el cuerpo doctrinal de esta obra. Y Le nouvel antichristianisme de René Rémond, que recomiendo a todos aquellos que, cristianos o no, perciben el hedor a oscurantismo, a odio, del pensamiento y de la verdadera ciencia, que se mueven en los últimos tiempos en contra una Iglesia a la que, desde pío XII a Benedicto XVI, consideran culpable de todos los males.
Se empieza a saber que el famoso Priorato de Sión, que en el film ocupa un lugar esencial y que aparece como una orden oculta, fundada hace mil años por Goffredo di Bugione y encargada de preservar el Santo Grial que guardaría el secreto del matrimonio de Jesús y María Magdalena, es una asociación creada después de la Segunda Guerra Mundial por una banda de nostálgicos de Da Vinci. Mientras se sabe menos de otras cosas como del nombre del personaje de Dan Brown (el Radcliffe de Ángeles y demonios) tomado de John Readcliff, supuesto autor de un Discurso del rabino de los años 1860 y considerado uno de los precursores del Protocolo de los Sabios de Sión.
De lo que se sabe un poco más es de la idea paranoica de una verdad oculta hasta el final de los tiempos por poderosas estirpes de conjuradores, del credo científico alternativo de un gobierno mundial con códigos que permitirían a algunos iniciados descifrarlos y adentrarse en todas las elucubraciones de los imitadores franceses del III Reich. ¿La lucha, no de las clases, sino de las sociedades secretas, verdadero motor de la historia? Sí. Era la convicción, antes de Dan Brown, del sabio Henry Coston, que terminó su vida obsesionado por los gobiernos ocultos, por las trilaterales y otras organizaciones internacionales masónicas y neomasónicas.
Lo que por ahora no se quiere saber es que bastaría sustituir en el texto y en las imágenes de Brown al Opus Dei por la Compañía de Jesús, el personaje de Silas por el de Loyola, o la “guardia blanca” del papa por los “hombres de negro” de la Compañía de Jesús, para reencontrarnos con el tono de las diatribas antijesuíticas que llenaron de infamia los siglos XIX y XX y que culminaron con deportaciones con la marca “nzv”, literalmente “no fiables, como los judíos”. Su crimen era haberse mostrado sucesivamente cómplice del jacobnismo, del bolcheviquismo, de la internacional judía, en definitiva –ésta era la verdad- de una resistencia alemana antinazi.
No estoy defendiendo al Opus Dei, naturalmente. Pero recordemos que las palabras tienen una historia y que, dentro de estas palabras, dentro del fantasma de una confraternidad de monjes mafiosos y asesinos que no tienen otro objetivo que no sea aprovechar sistemáticamente el universo, hay un peso de delirio y de crimen que evoca recuerdos temibles y contra los cuales no es inútil poner en guardia al público.
Que los primeros interesados no lo hagan es una cosa. Y sobre esto, entre paréntesis, hay un ejemplo de sangre fría sobre el que se podría partir para pensar en otras ofensas que, comparadas con ciertas “caricaturas” que hace poco tiempo tuvieron una resonancia diez veces menor que el Código Da Vinci, provocaron una reacción tan exagerada como la que conocemos. Lo que no significa, por otro lado, la obligación de callar. Y no impide aquí a un agnóstico y judío expresar el disgusto que le supone aquello que llamará, con Freud, la marea negra del nuevo anticatolicismo.

(publicado el 24/05/06 en el Corriere della Sera)